En mi casa los limones los hacemos limonada, las naranjas pues naranjada, pero ¿las toronjas? «Oh no, gracias así estoy bien» solíamos decir. Los pomelos, como también se les llama, solo los veíamos de lejos en el súper mercado, considerándolos como una fruta especial para quienes quieren bajar de peso y tienen que sacrificarse tolerando su sabor ácido y amargo.
Nada más erróneo que dejarse llevar por las apariencias y las ideas preconcebidas.
La realidad es que detrás de esa máscara de cítrico poco atractivo, se esconde un verdadero agasajo de bien. Me causa mucha gracia el hecho de que cuando vas al médico y te clasifican dentro de «X» diagnóstico, lo primero que viene a tu mente es que lo que sigue es mucho trabajo cocinando comida especial, resignación y aburrición total probando la «comida de enfermo». ¡Qué contrariedad tan grande la que estamos viviendo, pues lo que nos está pasando es precisamente lo opuesto! Esta etapa nos está resultando en el «empujoncito» para que podamos ver este arco iris de colores y sabores que nos ofrecen las frutas y aventarnos a disfrutar de sus beneficios. 😀
Estamos diciéndole adiós a los prejuicios y con ello, a toda resistencia al cambio.
He estado leyendo sobre las ventajas de consumir la toronja y creo que por sus beneficios, vale la pena darle prioridad, por encima de las naranjas y los limones. Sin duda encontrarás toronjas amargas como hay por ahí naranjas desabridas; se trata de escogerlas adecuadamente y atrevernos a darle oportunidad, abiertos a comprobar que la intensidad de su color corresponde con su sabor.
Esta mañana desayunamos con toronjas y nos movemos a hacer de esas «probaditas» de bien, una constante en nuestra forma de alimentación y sobre todo…. ¡en nuestro estilo de vida!! 😀
La Comida Que Sana 