Usualmente el sábado por la mañana es el día que tengo definido para ir de compras al súper mercado.  Antes de salir de casa, tengo una lista de aquellas cosas que hacen falta y algunas ideas sobre lo que quiero cocinar durante la semana. Procuro ir sola porque los acompañantes salen muy caros poniendo cosas en el carrito que no estaban en el presupuesto.  La rutina de esta actividad suele ser tediosa, aunque siempre hay formas de darle un giro a  esta parte y encontrarle el lado amable.

Si hay algo que acaba con la capacidad de gozar de la vida es la RUTINA.  El asunto del que estoy cayendo en cuenta, es que esto es algo que nadie viene a imponerme, pero que yo estoy eligiendo aceptar y vivir como tal. 

 La rutina es la costumbre ó hábito de hacer las cosas de manera automática. Ir al súper mercado ha estado cobrando otro sentido para mí en los últimos tiempos. No voy a hacer la compra porque «tengo que», sino porque «quiero ir» y voy a pasarla bien. El elemento que se integra a mi decisión es: LA CREATIVIDAD.  El sin fin de presiones en medio de las cuales me encuentro (con tantos cambios ocurriendo a partir del diagnóstico médico de mi esposo),   tiene otro color al darle paso a la creatividad en mi menú, mi cocina y también en mis viajes a la tienda para llenar mi alacena y mi refrigerador.

La creatividad es la capacidad de hacer algo nacer, de darle vida.

Yo no sé tú, pero yo no tengo tiempo qué perder. Cada día es un regalo del cielo, cada segundo un tesoro de bendición que no estoy dispuesta a pasar por alto sin aprovecharlo al máximo.   Lo que hoy tengo, lo voy a agradecer….¡Y LO VOY A DISFRUTAR!!!