Uno de los comentarios que más escucho cuando platico con alguien sobre los cambios que estamos realizando aquí, es que «comer saludable cuesta mucho dinero». Eso es exactamente lo que yo pensaba antes de comenzar con esta aventura que dio inicio hace ya un año atrás, cuando los primeros síntomas extraños hicieron su aparición severa en mi comensal favorito. Siempre he sido de las personas que les gusta ahorrar y buscar estrategias para optimizar el uso de los recursos que uno tiene en mano. Cuando se trata de ir de al super mercado, esto también era el eje central de mis decisiones a la hora de escoger los productos para el consumo familiar.
Para Octubre del 2015, después de muchísimos estudios médicos, la sacudida llegó para ambos. No había medicamentos como tratamiento para el diagnóstico que dieron a mi marido. Cuando se trata del hígado (cirrosis hepática) las alternativas hacia adelante no son nada atractivas, sobre todo cuando en el horizonte se asoma la idea de que un deterioro continuo pudiese desencadenar en un trasplante de hígado ó en la formación de cáncer. La única vía provista por el especialista para nosotros era la de asumir un cambio total de vida, una revolución completa en nuestra alimentación.
En medio de este escenario, y evaluando lo que es caro ó barato podemos preguntamos a nosotros mismos. Si comer saludable es «caro»….. ¿Cuánto te cuesta un hígado nuevo? La realidad es que lo que no está en venta – como lo es un órgano – sencillamente es invaluable.
La salud es un tesoro que no tiene precio.
Mi comensal favorito pensaba que llegaríamos al momento de que los doctores le darían «la píldora mágica»; es decir, el medicamento que contra restaría el progreso de la cirrosis y el avance de las várices esofágicas. Después de seis meses, nos convencimos que tal píldora no existía y que precisábamos abrir los ojos frente a nuestra nueva realidad.
¿Cuál era el costo para nosotros? Un cambio completo de mentalidad.
La apreciación de lo que es barato y lo que es caro se puso de cabeza. De nuestra disposición e integración a este nuevo mundo de la alimentación y vida saludable, dependerían las posibilidades de movernos hacia el control de esta enfermedad. Definitivamente fue necesario hacer reajustes en el presupuesto del hogar, pero con ello se fueron un sin fin de gastos en productos que YA NO CONSUMIMOS. Así que «una de cal, por una de arena»
Los cambios que valen la pena pueden no ser gratuitos, pero cuando se trata de la salud son la mejor inversión que puedes hacer.
Te dejo aquí algunos puntos para tu consideración sobre la perspectiva del ahorro y la buena alimentación:
- Si eliges reducir la adquisición de productos y comida «chatarra» ó poco nutritivos de tu consumo semanal, ¿cuánto dinero te queda disponible para invertirlo en frutas y verduras? La sustitución inteligente en tus hábitos de compra, repercutirá positivamente en tu salud y la de tu familia.
- Si estás conforme con los productos que compras para tu consumo y el de tu familia hasta este momento, ¿cuánto dinero tienes en un fondo de reserva para la atención de una emergencia médica ó el tratamiento de una enfermedad? Los hábitos alimenticios – lo quieras ó no – tienen un impacto directo en la condición de tu salud que se hará manifiesto a corto, mediano y largo plazo.
- El pensamiento: «Eso a mí no me va a pasar» tiene serias repercusiones en tu economía. No se trata de planear para lo negativo, sino de considerar el costo de «vivir para comer».¿Cuánto vale tu salud? ¿Cuánto cuesta tu bienestar integral? Tú puedes comenzar a COMER PARA VIVIR y disfrutar de sus resultados.
Comparto contigo aquí, los resultados más recientes que hemos recibido, así como las conclusiones del médico, después de seis meses de haber comenzado esta inversión de vida y para vida. Checa mi nota: Detrás de la raya Un cambio sostenible inicia con un paso y se hace continuo, dando un paso a la vez. Checa mi nota: «Mi aparente caos»
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