Hay momentos en la vida en los que lo más conveniente y necesario es hacerle frente a los problemas; sin embargo, estoy descubriendo que hay etapas en las que la respuesta más acertada que uno puede dar, es la de no hacer N-A-D-A.
Siempre relacioné la inactividad con la mediocridad y la falta de carácter; después de una jornada de casi un año entre médicos y otros retos que se sumaron a nuestra aventura, comienzo a ver las cosas desde otra perspectiva. Usualmente soy una persona con una agenda que corre en dimensiones paralelas, me resulta fácil echar a andar varios proyectos al mismo tiempo y así maximizar mi tiempo. (Mientras pongo la lavadora, estoy haciendo la comida, y escribiendo para mi blog por ejemplo) Hoy me encuentro en una etapa muy interesante, en la que ‘no puedo’ retornar a mi forma ‘normal’ de operar.
No estoy enferma, ni mucho menos deprimida, me encuentro en un punto de reorganización interna en la que mi cuerpo me dice: «TRANQUILA» y en mi interior se asevera la voz que me dice : «¡CALMA!». Mis días corren como en cámara lenta, cuando yo estaba acostumbrada a correr la película de mi tiempo en cámara rápida.
Caer en la cuenta de que tus objetivos nunca serán más importantes que el que participa en su ejecución ( esto es tú mismo), resulta transformador.
Lo hermoso del caso es que la tranquilidad de esta película me está gustando, porque estoy comprendiendo la importancia que tiene el descanso en los procesos que desarrolla nuestro cuerpo, el impacto que éste tiene en nuestro ser y la trascendencia del mismo en nuestra salud y bienestar.
Es muy difícil reconocer que NO sabemos descansar, yo a penas estoy dando el primer paso.
Finalmente «vivir a las carreras» ha sido la única opción de vida que he conocido. Una sobrecarga de demandas que definitivamente me han provocado a ser práctica y mucho más organizada, pero que requieren de ajustes en el sistema -no de forma, sino de fondo – en mi manera de operar cada día.
El descanso oportuno no es sinónimo de inactividad, sino de renovación y regeneración; funciones esenciales para la operación óptima de nuestro ser.
En nuestra cultura y en la época tecnológica en que vivimos la palabra descanso se desvanece en el contexto de oprimir botones en un computador y controlar motores inteligentes a distancia. La gente cada día le teme más y más al silencio, huye de la quietud y se rehusa a creer que se puede disfrutar de pasar un tiempo a solas. Puede parecer ‘cómodo’ evadir el momento de vernos cara a cara con quienes somos internamente, aunque a la larga, esto traiga consigo una serie de complicaciones que repercutan en tu salud.
Descanso no es estar desempleado ó jubilado, ni tampoco estar en período vacacional de la escuela ó trabajo; descanso es el estado interno de nuestro ser en el que el resultado es la reposición y re-establecimiento de nuestras reservas. Yo estoy aprendiendo a descansar y no estoy en cama. Es el ritmo con el que estoy haciendo las cosas el que está cambiando y nos dejamos llevar. Continuo atendiendo mis responsabilidades a paso lento, y aunque suene paradójico…. estoy viendo la resolución de mis asuntos con mayor eficacia y menor esfuerzo. Sin duda alguna, aprender a descansar es lo mejor que me puede pasar.
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